Una de nuestras ciudades preferidas: cosmopolita, urbana, moderna y de aires europeos, todo eso y mucho más es San Francisco, y ahí nos dirigimos en esta fantástica salida grupal del oeste estadounidense.
San Francisco es un lugar de encuentro con la cultura y el ocio. Con una ubicación geográfica única – se asoma entre dos colinas – ofrece paisajes de ensueño y un clima ideal para disfrutar de una experiencia inolvidable.
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La primera visita obligada es el City Hall, uno de los edificios emblemáticos de la ciudad y que mejor representa las características de la arquitectura de la Beaux Arts. Cada día es rodeado por miles de turistas que se dejan cautivar por su estampa. El City Hall fue construido para reemplazar el viejo ayuntamiento, destruido en 1906 por un terremoto, y comenzó a funcionar en 1915.
Otro sitio de referencia de San Francisco es Twin Peaks -“Picos gemelos”-, dos colinas hermanas que son casi la cara de identidad de San Francisco. Tienen 280 metros de altura y detrás del Monte Davidson, son la cima más alta de la ciudad. En su entorno hay una serie de casas coloridas que se suceden en las laderas que se asemejan a un cuento infantil. El ascenso a Twin Peaks queda justificado por las inolvidables vistas de San Francisco que ofrece. Y tiene cierto aire a aventura. En la cima suelen generarse las mejores fotografías del lugar, sobre todo de la legendaria bahía. Los alrededores de estas colinas conforman un mágico parque verde de diversa flora y fauna.

Otros de los sitios a visitar es el Golden Park, una extensión de cinco kilómetros de largo por uno de ancho, más grande que el Central Park de Nueva York. Ofrece una gran variedad de atractivos que deben conocerse, entre helechos gigantes, lagunas y espacios verdes. Desde el Jardín de las fragancias hasta el Molino holandés.
El alto obligado es el jardín de Shakespeare, que tiene más de 200 flores que son citadas en sus obras. En cada una de ellas hay placas que incluyen referencias a él y sus creaciones. Es inevitable sentirse parte de sus historias.
Otros atractivos de la ciudad son sin duda las “Painted Ladies”, una hilera de casas victorianas que merecen una “selfie”; y la famosa calle Lombard, en la que se produjeron las famosas persecuciones automovilísticas de Hollywood.

También hay que conocer el Fisherman’s Wharf, uno de los lugares de referencia de San Francisco. Es el sitio donde se construyó el primer puerto de la ciudad, que generó luego el primer asentamiento en 1853. Dado su estratégica ubicación se transformó en uno de los principales puertos marítimos de toda California. Y fue el epicentro y corazón de la vida de San Francisco.

Con el paso de los años Fisherman ́s Wharf se convirtió en un centro de gran interés turístico, sobre todo porque es una forma práctica y atractiva de acercarse a la historia de San Francisco. Hay que conocer el Muelle 45, desde el que zarpan los principales cruceros y barcos. Allí cerca están el submarino Pampanito y el barco Jeremiah O’brien, dos grandes joyas que dejó la Segunda Guerra Mundial. Allí cerca está el Musée Mécanique, un sitio de referencia para los amantes de los antiguos videojuegos.
Algunos se van hasta el Muelle 39, donde pueden observar la gran colonia de los lobos marinos. En esa zona hay además bares y cafés que permiten disfrutar de un rato de serenidad mientras se toma un café y se observa el ida y vuelta del puerto.

Y desde allí salen barcos para cruzar hasta la emblemática cárcel de Alcatraz, que se encuentra en la Bahía de San Francisco. Desde la ciudad se divisa su enorme estructura de muros gruesos. Durante años la isla estuvo deshabitada.
Luego se instaló un fuerte que luego fue cárcel de máxima seguridad, que fuera conocida como “La Roca”.