El café está de moda. Ya no alcanza con un simple “dame un cortado”; hoy se mira el origen de la planta, el modo de tostado, de molido, el tipo de filtrado y el resultado final que arrojan todas estas variables. En todo el mundo florecen las cafeterías llamadas “de especialidad”, y muchos son los interesados en conocer los lugares del planeta donde se obtienen los mejores granos.

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Dentro de la elite del café está Colombia, por supuesto. El llamado Eje Cafetero es hoy una de las opciones turísticas más elegidas en Colombia, uno de los principales países productores de café del mundo, industria de la cual viven unas 600 mil familias. Tan importante es, que UNESCO lo declaró Paisaje Cultural Cafetero Patrimonio de la Humanidad.

Dentro de esta ruta se pueden visitar haciendas, parques naturales, museos y hasta parques de atracciones, lo que vuelve estos lugares mucho más que un polo temático de esa bebida, sino un verdadero destino turístico de enorme riqueza histórica, estética y paisajística.

El viaje completo por el eje cafetero incluye tres departamentos: Caldas, Quindío y Risaralda. Quindío es el más cercano a Bogotá, cuya capital, Armenia, desde el siglo XIX ha centrado su principal actividad en el cultivo del café. Ahí se puede visitar el Parque del Café, donde se encuentra el Museo del Café, rutas de senderismo, y un parque de diversiones.

A unos 170 kilómetros está la bella Caldas, cuya ciudad Manizales es un lugar amigable, con gente amable, baños termales y un clásico, el paseo en chiva. Pereira, la capital de Risaralda es la otra ciudad que se debe visitar en esta ruta, donde se encuentra la famosa Hacienda San José y el Parque Natural Ucumarí y Tatama.

Si no se tiene tanto tiempo como para realizar el Eje, estando en Bogotá hay opciones para contratar un tour de día entero en el que se visita una hacienda cafetera a aproximadamente una hora de la capital colombiana.

El pueblo tradicional de Zipacón es uno de los lugares que ofrecen esta posibilidad, en Cundinamarca, para acercarse al fascinante mundo del café en poco tiempo. Las visitas siempre incluirán un recorrido por la hacienda, una clase introductoria al proceso de trillado, secado y almacenamiento, así como el método de recolección y de tostado. Y la parte más divertida: la cata, en la que se aprende a reconocer las diferentes cualidades del café.