Durante los diferentes posts hemos ido buceando a través de nuestra primer salida grupal de marzo, la que transita por tres países: Turquía, Irán y Azerbaiyán. Hasta ahora hablamos de los dos último, pero por nada del mundo podemos dejar de hablar de una ciudad tan maravillosa como Estambul. Es infinito el acervo cultural, histórico, artístico y patrimonial que posee esta ciudad, pero además, el hecho de encontrarse sobre dos continentes (Europa y Asia) hace que sea única, original, llena de contrastes, bella, de una enorme personalidad. Durante el recorrido se visitarán lugares tan diferentes entre sí como grandiosos, como Hagia Sofía que pasó de ser una iglesia ortodoxa a ser una mezquita y ahora es un museo (y en su interior se puede ver simbología de todas sus épocas); o la Gran Cisterna, un lugar subterráneo desde donde se proveía agua a la ciudad, de estilo bizantino en el que sorprenden su iluminación y su acústica. La Mezquita Azul, decorada en su interior por figuras hechas en miles y miles de mosaicos, y su sorprendente estampa nocturna producto de la iluminación impecable, emociona; también lo hace el Palacio Topkapi, donde ver las joyas del Sultán y tomarse un cafecito en una de las terrazas con una de las vistas más increíbles de Estambul. Caminar por las calles de la parte antigua, e incluso en el mismo día aventurarse en la moderna, es un contraste inolvidable. Sin duda dos de los lugares que representan de manera más estridente, exótica y sorprendente el espíritu del milenario pueblo turco, son el Grand Bazaar y el Mercado de las Especias. El primero es una ciudad bajo techo, donde se puede encontrar de todo -literalmente-, desde una lámpara o una alfombra, pasando por ropa de todo tipo, zapatos, relojes, joyas…todo, y en todos los formatos y precios. Además es una experiencia de lo más entretenida, aunque uno no quiera comprar y vaya solo a mirar; ya sea por lo peculiar y simpático de los vendedores, que hablan (o por lo menos intentan) en cualquier idioma; o para detenerse en cada puesto a tomar un té (invitación de la casa); tomar un café y degustar algún bocadito en alguna de las coloridas cafeterías y lugares para comer. Y no solo dentro del Grand Bazaar existe la diversión, los alrededores son igual o más entretenidos: con sus exóticos lugares para iniciarse en las artes del narguile (la pipa de agua), o bien seguir comprando (desde una flor a un traje de las Mil y Una Noches para niños). Lo que no muchos saben es que entre el Grand Bazaar y el Mercado de las Especias existe un corredor, que siguiendo una línea imaginaria de varias cuadras, llega de uno al otro, por la calle y de tienda en tienda. Es como una prolongación del Grand Bazaar (con de todo y separado por rubros) pero sin techo. Increíble e imposible ¡pero existe! Y el Mercado de las Especias, más allá de lo espectacular que es en lo visual, uno quiere comprarse todo (el dato es que en la mayoría de los puestos se puede pedir que lo envasen al vacío para viaje y queda perfecto), porque todo es lindo y luce rico. Otro valor adicional del Mercado es la zona donde se encuentra, a un paso del puerto donde está el puente para cruzar a la parte nueva, y donde hay unos lugarcitos muy interesantes donde comer; y a la vez donde apreciar, por la otra puerta del Mercado, la belleza de la Nueva Mezquita y los cientos y cientos de Palomas que se posan en su explanada.

2 replies on “Estambul para recorrer